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sábado, 24 de junio de 2017

EL FINAL DEL NEW YORK COSMOS

El New York Cosmos es uno de los clubes más románticos que ha dado este deporte. Ninguna marca del fútbol norteamericano, del que allí entienden como soccer, rivaliza con la del New York Cosmos. Ni Los Ángeles Galaxy con los fichajes de Beckham o Gerrard, ni el New York City F. C. de Pirlo, Lampard y Villa podrán acumular nunca tanta solera. Sólo el nombre evoca imágenes de Pelé, Franz Beckenbauer y Giorgio Chinaglia derrotando a sus oponentes en estadios completamente abarrotados, cuando Estados nidos conoció el fútbol.


Eran los rebeldes. Los pioneros. Los galácticos originales. Un club fruto de las ambiciones de dos ejecutivos de Atlantic Records, Ahmet y Nesuhi Ertegün, y que fue gestionado por Steve Ross, presidente de Warner Communications. Creyeron ver abierta la posibilidad de un ‘boom’ del fútbol en su país. El New York Cosmos fue fundado en 1971 y ganó su primer campeonato un año después, pero el poco nivel de la liga y el escaso interés que generó en los estadios hacían peligrar al Cosmos como negocio rentable.

Para 1975, la cosa no mejoró demasiado. Había que dar un golpe de efecto. Un fichaje que cambiase esa situación. Ross, siempre pensando en grande, eligió al más grande: Pelé. Sin embargo, no fue fácil convencer a ‘O Rei’, ya que manejaba ofertas de Italia y España. Además, el gobierno norteamericano tuvo que mediar en el fichaje, puesto que Pelé no podía abandonar Brasil al ser considerado como un tesoro nacional. Finalmente, Ross le convenció con una frase: “si vienes aquí, te ganarás a un país”.

Y así fue. La situación cambió de forma drástica. Los estadios se empezaron a llenar. Ross se dio cuenta del filón y el siguiente año contrató a Giorgio Chinaglia, la estrella de aquella Lazio de las pistolas. Para el siguiente curso llegarían también Beckenbauer y Carlos Alberto. En el año 1977, cuatro de los mejores jugadores del mundo jugaban para el New York Cosmos. El fútbol había llegado a Estados Unidos. La llegada de estos fichajes al Cosmos posibilitó que otros clubes pudiesen contratar también a grandes jugadores. Por ejemplo, a Los Angeles Aztecs llegaron (en años diferentes) Cruyff y George Best.

En aquella etapa, el New York Cosmos ganó hasta cinco campeonatos de liga. Pero tan fuerte fue su irrupción como rápida su desaparición. A aquellos jugadores les llegó la hora del retiro y, con ellos, se fueron las multitudes que poblaban los estadios. Ni siquiera el fichaje de Johan Neeskens pudo salvar la situación. Con multitud de deudas acumuladas y la desaparición de la North American Soccer League (NASL), el club diría un hasta luego en 1985. S rumoreó de un posible regreso durante un tiempo, pero Peppe Pinton, dueño de los derechos del club, se negó a venderlos.

 

En agosto del año 2010 el inglés Paul Kemsley, directivo del Totenham Hotspur londinense, retomó el proyecto de un nuevo New York Cosmos, con la idea de enrolarse en la Major League Soccer (MLS). El proyecto contaba con Pelé como presidente de honor y Eric Cantona como director deportivo. Denegado su entrada en la MLS, el club ingresó en el segundo nivel del fútbol americano, la NASL, realizando una fuerte inversión para firmar a jugadores como Raúl González, Niko Krancjar o Marcos Senna.

Ganaron tres títulos en cuatro años, pero pocas semanas después de ganar el último campeonato, el Cosmos despidió a toda su plantilla y al cuerpo técnico, declarándose en bancarrota. Nadie ha sido visto en la sede del club en Manhattan desde entonces. Lleno de deudas por una gestión imprudente —otra vez— y en un campeonato de escaso tirón, la ejecutiva del club se ha dado a la escapada. El New York Cosmos muere por segunda vez, a la espera de ser resucitado por otro comprador que crea en una marca mítica, pero también maldita.

El New York Cosmos en la actualidad
El Cosmos, y la NASL por extensión, representaban el lado salvaje del fútbol en Estados Unidos. La posibilidad de otro modelo. La libertad que dieron a los clubes se convirtió en un punto de partida para aquellos que deseaban un formato más de estilo europeo para el fútbol de Estados Unidos. La situación no pintaba mal. El contar con el New York Cosmos, un club con tanta mística, como portador de la bandera, les daba las suficientes esperanzas como para creer en un cambio profundo en el modelo organizativo del fútbol en este país.

Es lógico pensar, entonces, que hay algo simbólico en la crisis existencial de la NASL. La desaparición del New York Cosmos representa esa crisis y el fracaso de la implantación de otro modelo. La historia del Cosmos ha sido utilizada por la MLS, como no podía ser de otra forma. Se pone como advertencia para los clubes tentados a gastar por encima de sus posibilidades. Un argumento, el de la rápida desaparición del New York Cosmos, que la MLS utiliza para justificar su estructura centralizada o su tope salarial.

Problemas estructurales
¿Pero esta segunda aventura del New York Cosmos estaba condenada al fracaso debido a los defectos propios de una competición como la NASL, o debido también a otros factores? A pesar de su historia y antecedentes, el Cosmos tuvo que luchar gritando muy alto para que le escucharan en su propia ciudad, cuyo mercado futbolístico es mucho más ruidoso que en los 70. La rivalidad entre el New York City FC y el New York Red Bull, ambos en la MLS, deja al Cosmos fuera del mapa. La ubicación del estadio en el condado de Nassau en Long Island, a 45 minutos en tren del centro de Manhattan, tampoco ayuda.

Más allá de otros matices, la situación actual vivida por el New York Cosmos activa la alarma roja sobre el modelo NASL y el argumento que vino con él. ¿Las turbulencias del Cosmos demuestran que el fútbol norteamericano no está preparado para adoptar el tipo de estructura abierta que se utiliza en Europa? ¿O es, simplemente, el segundo derrumbe de un club mítico por la propia incapacidad de sus gestores? Puede que ambas, incluso.
Fuente: intrafutbol.com

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