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sábado, 10 de junio de 2017

EL PATRÓN DEL GOL

Tan cerca de la cocaína como de la pelota: la relación del narcotraficante Pablo Escobar Gaviria con el fútbol.


Pasaron 23 años, pero el tema está tan presente como aquel 2 de diciembre de 1993 cuando su cuerpo apareció baleado, sin vida. "Plata o plomo", "hágale pues" o "bien verraco", son algunas de las frases de aquella época que hoy se repiten en distintas charlas. Es que la serie estadounidense "Narcos" y la novela colombiana "El Patrón del Mal" trajeron de nuevo a la opinión pública la vida de Pablo Emilio Escobar Gaviria, el narcotraficante más importante de todos los tiempos.

Líder del conocido Cartel de Medellín, Escobar o simplemente el "Patrón" como lo llamaban sus sicarios, llegó a situarse entre los hombres más ricos del mundo según la Revista Forbes con una fortuna que rondaba los 30.000 millones de dólares al momento de su muerte.

Escobar nació en una humilde familia de Antioquia y desde muy joven demostró su habilidad para los negocios. A finales de la década de 1960 comenzó su carrera en el contrabando pasando todo tipo de electrodomésticos: televisores, heladeras, equipos de música; pero 10 años más tarde entró a un mundo en el que sus ingresos crecieron en cantidades nunca antes pensadas: la cocaína. Con esta droga se hizo dueño del 75% del mercado ilícito de Estados Unidos y más del 80% del resto del mundo.

Creó un imperio. Compró policías y políticos. Poco se animaron a confrontarle y los que lo hicieron, terminaron de la peor manera: en un cajón. Dos ministros de justicia (Rodrigo Lara Bonilla y Enrique Low Murtra), un candidato presidencial (Luis Carlos Galán) y el director del Diario El Espectador (Guillermo Cano Isaza) fueron algunas de los al menos 4.000 personas que se calculan entre sus víctimas mortales.

Al mismo tiempo, Pablo Escobar tuvo una estrecha relación con el mundo de la pelota. Hincha del Deportivo Independiente de Medellín (como aclaró ahora su hijo, aunque en "Narcos" muestran que simpatizaba por Atlético Nacional), Escobar siempre mantuvo al fútbol como una de sus pasiones y claro, también lo utilizó como una forma de lavado de dinero, práctica muy común en aquellos años por los distintos traficantes tanto en Medellín (Escobar con el DIM y el Atlético), en Cali (Miguel Rodríguez Orejuela, líder del Cartel, con el América) y en Bogotá (Phanor Arizabaleta con Santa Fe y Gonzalo Rodríguez Gacha, el "Mexicano", con Millonarios). Incluso en la serie, se muestra como un fanático del fútbol, cuando incluso festeja un gol del "Pato" Aguilera, y lo define como un verraco.

Escobar siempre estuvo ligado al fútbol y de manera turbia. Estrechó vínculos con jugadores que incluso después eran asiduos visitantes en La Catedral (la cárcel que él mismo creó para cumplir su pena y no ser extraditado), creó canchas en los barrios más humildes para acercarse a la gente y también se ganó varios malhumores por los malos resultados de su equipo, que llegaron a consecuencias extremas como la muerte de un juez de línea. 

Enterrado con la bandera.
El velorio y entierro de Escobar en el año 1993 llamó la atención de todos dado que fue multitudinario. Sus adeptos se volcaron a las calles de Medellín para llorar su muerte y rendirle tributo a pesar de las atrocidades que cometió. En su cajón se colocaron muchos objetos que representaban al narco, entre ellos una bandera del Deportivo Independiente Medellín. Años después Escobar fue desenterrado a pedido de su familia y cuando se lo volvió a sepultar se colocó otra bandera del club de sus amores dentro del cajón. 

Danubio lo sufrió en las semifinales de 1989.
"Entraron al hotel unos tipos con ametralladoras, nos ofrecieron plata y nos amenazaron de muerte", contó Juan Bava, un árbitro argentino en entrevista con El Gráfico. En 1989 el juez ofició de asistente junto a Abel Gnecco en una terna que encabezaba Carlos Espósito. Los árbitros argentinos fueron los encargados del Atlético Nacional-Danubio de semifinales de la Libertadores de 1989. Tras empatar 0-0 en Montevideo los equipos se cruzaron en Medellín y los locales debían pasar de fase de todas formas y lo dejaron claro.

"En lugares que no debían, aparecían fanáticos con banderas", contó Daniel Sánchez, que jugó aquel encuentro como titular en el franjeado.

Tanto en el hotel como camino al estadio, Danubio sintió la presión de jugar en Colombia en esa época. Según afirman, en el vestuario a poco de comenzar el partido los jugadores dieron la charla pero cuando fueron a salir al campo la puerta estaba trancada por fuera. También les cortaron la luz y el agua. "Si faltan cinco minutos y Nacional no la emboca entro yo y la clavo en el ángulo", afirmó Bava, que le respondió a sus compañeros. No fue necesario, ya que los "Paisas" vencieron por 6-0, pero esas amenazas fueron una mancha más para una dudosa Libertadores.

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